viernes, 14 de diciembre de 2007

LA PREGUNTA

Terminó de hacer la pregunta poniendo enfasis en la última palabra. Conocia de antes la respuesta, pero la espera se hacia interminable. Era interminable justamente por esa última palabra, reforzada con un tono sugerente e imperativo a la vez. Sugerente porque invitaba a responder de la forma presumiblemente anhelada por ambos, imperativa porque cualquier variación a esa respuesta esperada despojaría de sentido a la escena.
Serán solo segundos y llegará su reacción...
La frase en sí, con su pedido, representaba mucho mas de lo que su sencillez hacia presumir. Era su venganza a noches pasadas de soledad y a noches pasadas acompañado, pero de soledad al fin. Era su objeto el proposito cambiando roles con el medio. Era la ingenuidad mas pura despues de haber recorrido todo el circulo.
Y a la vez era todo eso sin pensar mas en eso.
Pero la frase hubiera sido reducida a una simple expresión de deseo, inaudible por repetitiva, si no fuera por su ultimas palabra. Su interrogación era un ruego. Y la concesión ante sus ojos espectantes sería un descanso. Un descanso del ruido y de las voces, del polvillo del viento, de la ausencia de perfección, del brillo de la calle, de soluciones temporales, un descanso del frio, de viejas fotografias, un descanso de sí mismo, un descanso de la espera, hasta la proxima espera.
Su cierre es un requerimiento que implica posibilidad pero ante todo celeridad. No muere en un pensamiento, produce el nacimiento del momento. Por unos segundos él no será él, morirá y renacerá luego, aunque talvez no en ese orden.
Su pregunta sugerente aunque imperativa desato una eternidad interminable como suelen ser las eternidades. Sus ojos espectantes miraban pero no miraban, en blanco dejó de pensar y se disponía a descansar. Solo tuvo tiempo de repetir una vez más la pregunta en su mente, poniendo enfasis en la última palabra... Luciana...¿Podrías darme un beso ahora?



Para Lulú

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