viernes, 23 de noviembre de 2007

1998

Conozco sus habilidades desde la ultima luna, que fue mucho antes del maldito acontecimiento. Solo saco a relucir las grietas de un caduco juego mostrando sus facetas desconocidas. Me deleito con sus contoneos, me apabullo con sus ondulaciones, me desmayo con suplicas y me asesino por completo con sermones casi biblicos. Se hundio para siempre cuando dijo ser un Dios sin tener siquiera el respeto de sus anfitriones. Era demasiado deseable, y por menos que miseria me hubiera entregado sin pronunciar presencia siquiera. Hubo un momento de confusion, y obviamente de desdicha, en el que descuide mi mandato por culpa de ese contagioso descontrol. No lleve las cuentas del atormentante proceso de angustia. Hoy se que es en vano la entrega aunque imposible la resistencia. No era necesario el caos para saberme responsable de mi propia felicidad. No eran necesarias noches de temor de muerte para entender conceptos supuestamente preconcebidos. Conozco lo que no tengo que hacer para no sufrir y eso es el primer paso a un digno deceso, si es que eso es importante.
Me embauco, lo reconozco, y no pretendo saber mas que nadie, pero se mas que nadie todo lo que aqui ocurre. Sí, pretendo lastimarte, y nadie lastima mas que yo, sos vulnerable ante mi, porque vos me hiciste asi, para que te hiciera eso.
Y si tu ultima luna me habilita, sus oportunidades son imperceptibles.
Remenbranzas de malos tiempos, neutralidad podrida por dentro y olvido de circunstancias ajenas. Famoso despues, larga espera convertida en dulces apaciguamientos, y sobre todo, sin creer que necesariamente se volveran en mi contra. Aun ciclos recurrentes deben ser despojados de su constancia. Aun lineamientos historicos deberian ser olvidados. Hasta seres abomonables replantean sus perspectivas. Y si hasta el dolor mas grande conocera la risa, porque yo no puedo aludir lo positivo de mi conviccion?

Extraido de: "Cuentos del Manicomio".

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