La noche ha invadido los rincones,
La oscuridad se destila en un vaso turbio.
Afuera parece haber un mundo,
muchedumbres innecesarias, candados más grandes.
¿Para qué irme? ¿Para qué quedarme?
¿Para qué esperarte?
Si todos se han ido, vacíos y oscuros rincones
que cubren mi rostro bajo baldosas frías.
Salvo la luna y ella, la calidez y una caricia
que llegó para ser mi amiga
justo a tiempo.
Los ojos se abren entre apretados arrepentimientos
en un fino agradecimiento.
Lo que no debe ser no volverá a ser, decís,
mientras sostenes mis manos sin pulso.
Furia y sonrisas se mezclan con estupro y bondad,
el llanto se funde entre las lenguas,
las mentiras y los deseos me adormecen.
No te arrepientas, no pensemos, no decidas nada aún,
que afuera es de noche y está helando,
y aquí adentro estás velando por mi alma,
para que no se extinga, para que me perdone,
para que vea el sol cuando amanezca,
para ser mi amiga,
justo a tiempo.