viernes, 31 de julio de 2009

HASTA EL PROXIMO HASTA NUNCA

La noche ha invadido los rincones,

La oscuridad se destila en un vaso turbio.

Afuera parece haber un mundo,

muchedumbres innecesarias, candados más grandes.

¿Para qué irme? ¿Para qué quedarme?

¿Para qué esperarte?

Si todos se han ido, vacíos y oscuros rincones

que cubren mi rostro bajo baldosas frías.

Salvo la luna y ella, la calidez y una caricia

que llegó para ser mi amiga

justo a tiempo.

Los ojos se abren entre apretados arrepentimientos

en un fino agradecimiento.

Lo que no debe ser no volverá a ser, decís,

mientras sostenes mis manos sin pulso.

Furia y sonrisas se mezclan con estupro y bondad,

el llanto se funde entre las lenguas,

las mentiras y los deseos me adormecen.

No te arrepientas, no pensemos, no decidas nada aún,

que afuera es de noche y está helando,

y aquí adentro estás velando por mi alma,

para que no se extinga, para que me perdone,

para que vea el sol cuando amanezca,

para ser mi amiga,

justo a tiempo.

martes, 28 de julio de 2009

SOBREVIVIR

“La única manera de sobrevivir cuando estás realmente enamorado es disimularlo ante la mujer a la que amas, fingir en cualquier circunstancia un ligero desapego. ¡Qué tristeza en esta simple constatación!¡Qué acusación contra el hombre!... Sin embargo nunca se me había ocurrido poner en duda esa ley, ni pensar en sustraerme a ella; el amor te vuelve débil, y el más débil de los dos acaba oprimido, torturado y finalmente muerto a manos del otro, que por su parte oprime, tortura y mata sin intención de hacer daño, sin sentir placer alguno por ello, con una total indiferencia; eso es lo que los hombres, por regla general, llaman amor.”


De "La posibilidad de una isla", de Michel Houellebecq.

sábado, 11 de julio de 2009

LA SONRISA DE LA BAILARINA

Aquí, abajo, la danza es para todos.

Aquí, abajo, el hechizo es sólo mío.

Baila y sonríe con sus ojos.

Sus labios leen las rimas escritas en el aire.

Al alcance de mis brazos, inalcanzable en el cielo,

Dueña de los sutiles milenios en un dulce giro,

Y el dobladillo de su pollera cosido de apuro esa tarde.

La música la recorre, la posee,

Se posa en cada detalle, en cada gesto de su intérprete,

se posa en sus caderas, se posa en sus pies,

en las hebillas en su cabello

que enmarcan un rostro iluminado,

pintado en mis pupilas

de boca rosa y purpurina.

Mi bailarina danza en el cielo,

Me mira y sonríe,

Cómplice comparte una porción de su eternidad conmigo,

Y aquí abajo el hechizo es sólo mío.

Una cítara o un escudo, ¿qué necesito?

Ya entregado no podré escapar,

cautivo de su movimiento.

Quiero ser la música.

Anhelo la caricia de su imagen, abrigarla en su descenso.

Por siempre, bailarina.

Tu sonrisa y tu magia desplegada.

Por siempre, mi bailarina.




Para Lulú, siempre...

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